Institución Educativa Lorenza Villegas de Santos

martes, 17 de noviembre de 2009

el medio ambiente hoy!


La forma de pensar, de hacer y el ritmo de vida de nuestras sociedades occidentales se sustenta en una premisa ideológica, casi inconsciente, que afecta sobremanera la cosmovisión de nuestras culturas: lo lleno es mejor que lo vacío, lo mucho que lo poco, lo grande que lo pequeño. Con esta premisa de base, toda concepción, percepción y acción sobre la realidad tiene que ver con lo visible y no con lo que no se ve. Por ello resulta difícil aceptar todo lo que no aparezca ante nuestros ojos como algo mensurable o tangible. Hasta nuestro mundo religioso – si lo tenemos- se basa en esta premisas: - Si no veo, no creo; ya sea con la luz de la razón o materializadamente. No obstante, la posibilidad de lo impreciso, lo incierto, lo no regulado; la indeterminación, los procesos caóticos y hasta la misma posibilidad del espíritu hacen añicos nuestra forma mentis mono-racional, empobrecidamente objetivante y analítica. En este marco queda engarzada la problemática bioambiental: “- Es imposible que la catástrofe ocurra. Es tan basta la naturaleza”, dice el ingenuo, refugiándose utópicamente - y por poco tiempo - en la bondad de los ritmos y recursos naturales de la creación que él considera infinitos, como proyección de sus deseos infantiles inconscientes.Se constata que este modo de entender la realidad ha traído como consecuencia cultural sociedades con personas excesivamente activistas, utilitarias y analíticas, guiadas por una ética gratuitamente pragmática; incapaces de encontrar sentido en los espacios vacíos - el ocio, por ejemplo - sin tener que ser siempre ocupados con quehaceres permanentemente. Uno de los aspectos de enfermedad de nuestras sociedades es la manía de llenarlo todo con todo lo que esté al alcance, de ser incapaz de parar, de sentarse a mirar alrededor sin ninguna otra pretensión que solo mirar. A esta búsqueda incesante de querer llenarlo todo le acompaña otra actitud cultural que también provoca trastornos sociales y ecológicos: el deseo obsesivo de conocerlo todo, de controlarlo todo, de dominarlo todo, a expensas de todo. Paradójicamente, estas actitudes de búsqueda siguen siendo infructuosas, no generan más que insatisfacción en niveles profundos de nuestra interioridad y deterioro irreversibles en los ecosistemas explorados y explotados al máximo.A esta experiencia antropológica de infelicidad existencial, o el mal del siglo, los santos la solían llamar acedía: aquél desgarramiento interior que podemos sufrir los seres humanos. En el fondo de la acedía el hombre se encuentra frecuentemente con deseos irreales, con ilusiones infantiles que se formó, o le formaron a lo largo de la vida, con pretensiones exageradas. Exige excesivamente a otros y al entorno natural, y se enoja si no le consiguen lo demandado. Cree que puede exigir sin límites. Es un narcisismo infantil, la omnipotencia del deseo, que la economía de consumo ha sabido potenciar y cultivar a través de la ciencia y la técnica: con ellas todo lo que sea posible será deseado y todo lo que sea añorado será declarado necesario. Convierten al hombre en niño caprichoso que grita y patea el juguete diciendo: esto es lo que quiero. Pero siempre descontento, inmaduro, no habiendo descubierto el auténtico yo, la profundidad del corazón, cuál es el objeto de su anhelo.Sin experiencia del propio punto medio, los seres humanos son arrastrados y desgarrados de un lado a otro por deseos extremadamente idealizados, por sueños fantasiosos, anhelos imposibles. Este es el talón de Aquiles que la economía posmoderna acecha a través de la publicidad para manipular hacia el consumismo, por ejemplo. Por lo general, el hombre suele transitar su vida por atajos acicalados, aquellos que más agradan. Defensivamente manda al fondo de la conciencia todo aquello que le asusta, duele y no quiere en sí o para sí mismo. Llama ingenuamente a esta capacidad de optar por lo agradable “libertad”, y no percibe, ni por asomo, que la libertad solamente se encuentra en la fidelidad a la naturaleza más profunda del alma humana.


autor:

Marco de situación de la realidad abordada por la Red Federal de Laicos en el Medio AmbienteDe la ponencia introductoria de la Comisión “Hombre y Naturaleza: desarrollo y equidad en un mundo en crisis” del Congreso de Evangelización de la Cultura UCA, por Dr. Fray Eduardo Agosta Scarel

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